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viernes, 17 de febrero de 2012

Cuadernos de viaje.

Hoy es viernes que le vamos hacer, para los unos día de la esperanza, de un descanso más o menos merecido, un "far niente" o un vaya usted a saber, y todo eso si no trabaja de médico, camarero, o cualquier otro oficio que no entiende, de descanso con pre-aviso.
Imagínense, el Seat 600 y los niños, un par al menos, jugando, que se acordaba uno de Serrat para decirles "niño deja de  joder con la pelota", en verdad hay que decir que para jugar al fútbol no daban no, aquellos vehículos en general, consistentes, a la fuerza no había dinero para repuestos tenían que durar; es como si aún avión se le termina el queroseno, debajo fijo hay un aeropuerto aunque sea en forma de campo de maiz.

Ahora nos prohiben el móvil en aquel entonces habría que prohibir a los niños hiperactivos "criaturitas" te metían de codazos y collejas que ganas daban de poner el cartelito "no molestar al conductor" . Ahí si que no los secuestraba "Al Quaeda" no, no había esa suerte.

Y luego la parienta diciendo - No molestar a Papá- Si, vamos hombre que ella que no sabía conducir ( por aquel entonces era cosa de hombre, no sé si de machos, pero de hombres si) y ni cuenta se daba de lo que distraian sus muchos mensajes nada subliminales ¿ No corres demasiado? !Cuando lleguemos te tienes que acordar de! En honor a la verdad, todo hay que decirlo que a veces te hacían unas caricias en el pelo, cuando se usaba de eso claro, que ganas daban de arrimarse a las verdes praderas y sestear mismamente.

Por cierto,yo sólo tengo un hijo.

La calles al alba.

Juro por Snopy, que si mi cuenta corriente y yo, no tuviéramos nuestras controversias, pararía el día, o devolvería la noche, no sé que es mejor, estás tú, tan ricamente tapado por el manto íntimo de la noche que se va, y amanece que no veas.

En las ciudades al alba convergen o más bien divergen los que salen a dar cuerda al mundo, con los que regresan de lo lúdico.En esa divergente convergencia, los unos miran a los otros como bultos sospechosos.

Fìgense, su ciudad tendrá más o menos actividad en función de estos dos flujos. Hasta estoy por proponerlo como método de campo para sociólogos.

Los primeros acicalados ellos, hasta trajeados a veces, se les ve pletóricos de energías, no siempre claro.Los otros, arrastran su cuerpo con desgana y casi cambian su reino por una cama.

Se compadecen mal, pues los que retornan de marcha les entra algo así como mala conciencia oiga, el que la tenga claro. Los otros oscilan entre la envidia, murmurando entre dientes su desdén, pero no se dan cuenta de que son al fin y al cabo abejas de la misma colmena; ambos especímenes le dan cuerda al mundo, en tanto en cuanto "los relojeros de este mundo" esos, esos no convergen con nadie en la calle, y los cristales de sus coches son tintados.Sólo convergen entre ellos y no caminan; levitan.